David Spritz es el hombre del tiempo en una estación televisiva de Chicago. Es un trabajo que haría feliz a muchos, pero no a David, que se siente frustrado, solo y confundido, no sólo por su inexplicable desinterés por su profesión, sino también por el distanciamiento con sus hijos y por el sutil desprecio que ve en los ojos de su propio padre.
El Sol de Cada Mañana es una de esas rarezas al estilo de About Schmidt y Entre Copas que Hollywood produce de tanto en tanto: una historia que no teme adentrarse en la cabeza de un hombre común, de un humano vulgar y anónimo, para encontrar en su mezquino conflicto algo parecido a una epifanía. |