Una joven divorciada, madre de un niño de siete años, es convocada para formar parte de un jurado. Aunque fácilmente podía haber esquivado este cometido, no lo hace por considerarlo un deber cívico.
Su confianza en las instituciones se resquebraja cuando es amenazada por los secuaces del mafioso que está siendo juzgado. No sabe a dónde acudir y ha de acceder a provocar disensiones entre el jurado para que no acuerden el veredicto de culpabilidad. Sino, algo le ocurrirá a su hijo. |