T, un oficinista, desea cumplir su gran sueño de pintar una acuarela, pero se ve impedido de hacerlo por los vecinos del edificio, a quienes el sueño de T les parece una sublime tontería, algo impráctico, incluso inmoral y, por supuesto, tienen mejores ideas de como T debe utilizar su tiempo.
Divertida, absurda y con una magnífica fotografía, El Acuarelista es una perturbadora metáfora de la facilidad con la que evadimos la defensa de nuestra más intima esencia y cedemos a otros el control de nuestra vidas. |