Walter ha salido a la calle tras doce años de condena por pederastia y es mal presagio que el único departamento que puede alquilar esté frente a un colegio.
Consigue trabajo en una maderera, allí su timidez pasa por arrogancia y una de las oficinistas se empeña en escarbar en su pasado.
Walter va a terapia, lucha con su sexualidad incorrecta y entabla una relación con una mujer fuerte y decidida, ella también con pasado y cicatrices pero sin miedo a llamas las cosas por su nombre.
A Walter lo rodean la animosidad y el acoso de un policía. Se mantiene a duras penas. |